Teníamos clase en la escuela
después de las fiestas decembrinas. Como la mayoría de los alumnos habíamos
viajado, todos estábamos ansiosos por contar las novedades a nuestros
compañeros de clase.
Un viejo profesor entró al
salón e inmediatamente se percató de que le costaría trabajo conseguir
silencio. Con gran paciencia intentó comenzar la clase:
-¡Por favor, silencio!
Y nada. No resultó.
Ignoramos la solicitud y continuamos conversando. Ahí fue que el viejo profesor
nos retó, como nunca vi antes:
-Presten atención porque voy
a hablar por única vez -dijo levantando la voz. Un silencio de culpa se
instaló en el salón. El profesor continuó:
-Desde que comencé a
enseñar, hace ya muchos años, descubrí que nosotros los profesores trabajamos
con el 5 por ciento de los alumnos de una clase. En todos estos años observé
que de cada 100 alumnos, apenas 5 son realmente aquellos que hacen la
diferencia en el futuro, apenas 5 se vuelven profesionales brillantes y
contribuyen de forma significativa a mejorar la calidad de vida de las
personas; el otro 95 por ciento solo sirve para hacer volumen, son mediocres y
pasan la vida sin dejar nada útil. Lo interesante es que este porcentaje vale
para todo el mundo. Si ustedes prestan atención, notarán que de 100 profesores,
apenas 5 son aquellos que hacen la diferencia; de 100 camareros, apenas 5 son
excelentes, de 100 choferes, apenas 5 son verdaderos profesionales, y podría
generalizar más: de 100 personas, apenas 5 son verdaderamente especiales.
-Es una pena no tener cómo
separar este 5 por ciento del resto, pues si eso fuera posible, dejaría apenas
a los alumnos especiales en este salón y mandaría a los demás afuera, entonces
tendría el silencio necesario para dar una buena clase y dormiría tranquilo
sabiendo que invertí mi tiempo en los mejores. Pero desgraciadamente no hay
como saber cuáles de ustedes son esos mejores alumnos, solo el tiempo es capaz
de mostrar eso. Tendré que conformarme e intentar dar una clase
para todos como si fueran especiales, a pesar del desorden
que hacen algunos. Claro que ustedes siempre pueden elegir a cuál grupo
pertenecerán. Gracias por su atención y vamos a la clase de hoy.
Ni siquiera preciso decir el
nivel de atención que el profesor consiguió después de aquel discurso. El reto
nos tocó a todos, pues mi grupo tuvo un comportamiento ejemplar en todas las
clases de la materia del profesor durante todo el semestre. Al final ¿a
quién le gustaría ser clasificado como del resto? Hoy no recuerdo muchas
cosas de esas clases, pero el reto del profesor nunca más lo olvidé. Para mí,
aquel maestro fue uno de los 5 por ciento que hicieron la diferencia en mi
vida. De hecho, percibí que él tenía razón y, desde entonces, he hecho todo
para estar en el grupo de los 5 por ciento; pero como dijo él:
-No hay como saber si
estamos yendo bien o no, solo el tiempo dirá a qué grupo pertenecemos. Sin
embargo, una cosa es cierta: si no intentamos ser especiales en todo lo que
hacemos, si no intentamos hacer todo lo mejor posible, seguramente estaremos en
el grupo del resto.
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